lunes, 29 de febrero de 2016

Toma hostia

Me acabo de llevar una hostia muy grande, pero de esas que no te la esperas y te dejan dando vueltas y rompen todos tus esquemas.

Aún tengo los ojos desencajados, es una de esas hostias que te devuelven a la puta realidad. Lo he asimilado en unos minutos, no he tardado en hacerlo y cuando lo he hecho no se me han llenado los ojos de lágrimas como creí que podría pasar si alguien volvía a hacerme tanto daño. Porque si, me ha dolido, pero tengo la capacidad de reponerme y seguir adelante.


Creo que debo darte las gracias, aunque suene raro. Me has hostiado, si, pero me has sacado del sopor en el que llevaba todos estos años metida. Mi misión se ha cumplido. Lo he logrado, ahora ya puedo pasar página.

Volviendo a casa

Cruzar el umbral de aquella mansión le hacía sentir extraña. Había estado allí muchas veces y sabía bien lo que se escondía detrás de cada puerta mientras recorría el oscuro y sinuoso pasillo.

Inspiró profundamente antes de abrir las enormes puertas del fondo. Estaba nerviosa ¿y si no era bien recibida? Había pasado demasiado tiempo desde la última vez…

Tras unos segundos de vacilación tomó el pomo con mano temblorosa y lo giró. Al entrar en aquella estancia de cuyas paredes pendían oscuros cortinajes se echó a temblar, más por sentirse rechazada que por el “horror” que aguardaba en su interior. Pero cuando entró y sus ojos se habituaron a la oscuridad sonrió para sí. Nada había cambiado y al fondo de la sala pudo observar un trono gastado de madera cubierto de telas rojas para que no pudieran distinguirse las manchas que en ellas habían.

-Has vuelto-dijo una voz oscura y profunda como la noche, sobresaltándola. Ella miró hacía donde procedía la voz y asintió, sólo una vez.

-Nunca me fui-contestó ella.

De pronto un halo de oscuridad más intensa que la anterior se cernió sobre ella y el frío que sentía en su interior quedó cubierto con unas alas gigantes llenas de plumas negras y rojas. Se cobijó en ellas, dejándose llevar y sintiendo el calor y la suavidad que la envolvía.

-Te he traído algo-musitó con voz queda-Quizás así puedas perdonarme por no haber regresado antes.

-Ah, ¿sí?-la voz se tornó curiosa y ella pudo adivinar una sonrisa ladina en el rostro de su interlocutor-Eso puede esperar, me alegra que estés de vuelta.

Esas palabras la hicieron sonreír. Lo había extrañado, a él y a los macabros juegos que se traían entre manos.

-¿Podemos jugar?-preguntaron al unísono. Se echaron a reír. Si, las cosas no habían cambiado.

Con un movimiento de su mano, despidió al resto de personas que había en la sala. En cuanto salieron se volvió hace ella-¿Cómo están Salem y Diablo Canyon?

-Ahora lo ves-contestó ella riéndose mientras dejaba caer la oscura capa que llevaba consigo. Se dio media vuelta y la luz de las titilantes velas que daban luz a la estancia hicieron brillar las complejas cicatrices que cubrían su cuerpo.

Se sintió observada pero no incómoda. Sabía que le gustaba lo que veía, no por su cuerpo sino por la obra de arte que él había realizado durante muchas sesiones años atrás.

-¿Has pensado lo que quieres?-su voz se había tornado más oscura, dando a entender que se encontraba extasiado y quizás también asombrado de que ella estuviera allí de pie ante él sin inmutarse.

-La espalda-dijo ella acercándose al trono donde él ya se había sentado. Él la miró en silencio pues sabía que su espalda era lo que más preciaba de si misma.-Quiero que me vuelvas a dar alas…

Su susurro apenas si se escuchó en la sala ahora vacía a excepción de ambos seres pero ella sabía que lo había oído. Se acercó aún más intentando vislumbrar alguna luz en esos pozos oscuros que tenía por ojos.

De pronto su mano se movió y un objeto acerado brilló en ella. Tuvo que morderse los labios para no sonreír. Ambos querían lo mismo pero por diferentes razones.

Estaban lo bastante cerca como para sentir la electrizante tensión que se palpaba entre ambos. Con un gesto, le ordenó que se sentara sobre él y ella obedeció sin dejar de mirarle a los ojos.

Sentada a horcajadas sobre sus piernas sintió el frío acero recorrer de forma sensual su cuello. Un escalofrío le recorrió la espalda y un suave gemido escapó de sus labios haciendo que sus ojos se entrecerrasen.

Gírate-volvió a ordenar haciendo que ella le obedeciera sin rechistar. Tan pronto se volvió, sintió el estilete cortando su piel a la altura del omóplato derecho. Ahogó un grito mientras una única gota de sangre, caliente y viscosa, brotó del corte, recorriendo su espalda para ser acto seguido, absorbida por una lengua húmeda y cálida.

-Delicioso-susurró el cazador envolviendo la cintura de su presa con su brazo y atrayéndola hacia sí-Juguemos…


Continuará…

29/02/2016

Creo que nunca me he sentido más vacía que la otra noche.
Sus palabras resuenan en mi mente y no soy capaz de asimilarlas.
¿Por qué eres tan oscura? Cuando te conocí tenías más luz, darlo todo ha hecho que perdieras esa alegría que tenías...
Quizás tenga razón pero no recuerdo haber tenido nunca esa luz que me dice, ese optimismo, esa alegría.
Es por eso que he leído en las últimas 48 horas lo que escribí hace años. En parte debo darle la razón, he perdido esa fuerza que transmitía al escribir y siento que mi vida no es más que una broma absurda.
Por eso he decidido volver a escribir, quizás así consiga recuperar parte de esa fuerza aunque ésta entrada no la tenga...

domingo, 28 de febrero de 2016

28/02/2016

¿Le has llamado verdad? Por eso me has pedido mi móvil. ¿Qué te ha dicho?
Putas preguntas. Si, lo he hecho y no, no me ha dicho nada.
Puede que haya sido lo mejor.
El porque es muy sencillo. Necesito saber que está bien para poder pasar página. Soy consciente que no pinto nada en su vida pero él sigue muy presente en la mía. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y supongo que yo sigo esperando algo aunque no sé muy bien el qué.

miércoles, 24 de febrero de 2016

24/02/2016

Hoy hace frío. Acabo de fumarme un cigarro apoyada en el balcón. No me gusta fumar dentro de la casa, el humo se acumula y me trae recuerdos, quizás demasiados.

Miro la maleta que está sobre la cama, sin deshacer. Hace un par de horas que he llegado. Ha sido una semana intensa, he dejado que mis emociones vaguen libres sin controlarlas. Me he pasado los últimos días firmando papeles, resolviendo dudas y dejándolo todo atado.

También han sido los únicos días que he conseguido dormir desde que volví. Bueno, en realidad eso no es del todo exacto, conseguí dormir los dos días que me quedé en casa de JJ pero me parece que ha pasado un siglo desde entonces. Es absurdo, lo sé, pero llevo mucho tiempo sin conseguir dormir bien si no es acompañada de alguna forma. Las pesadillas regresan a mi mente una y otra vez, me despierto con gritos mudos y ya no puedo volver a pegar ojo.

No he mirado mi correo desde la última vez que le escribí. Tengo que dejar de hacerlo, no es justo para ninguno de los dos. Mi mente vaga de un recuerdo a otro y repito una y otra vez lo último que me dijo Alain antes de que me marchara esta mañana. Quizás tenga razón pero yo no me veo de la misma forma que me ve él. Antes de todo si lo era pero han pasado muchos años y muchas cosas desde que fui esa persona.

No quiero darle vueltas pero mi mente no para de machacarme. Una y otra vez se reproducen los recuerdos del hospital, tanto dolor, tanto esfuerzo para que la final no estuviera vivo. La marcha de su padre, la humillación al saber que nunca podría volver a pasar por lo mismo, que nunca sería completa. Los recuerdos me atormentan pero fui capaz de superarlo, más o menos.

Me doy cuenta que voy de embolao en embolao. No soy capaz de dar un orden y sentido a mi vida, siempre termino metida en algún lío pero esto tiene que acabar ya. Es hora de deshacer la maleta, de volver a ponerme metas en mi vida, de tomar las riendas pero no sé si voy a lograrlo aunque al menos lo intentaré.


Sé que me basto por mí misma, las pesadillas algún día terminarán y seré capaz de volver a dormir sola… o eso espero.

viernes, 12 de febrero de 2016

Pura y dura realidad

Con el paso de los años te vas dando cuenta que todo aquello que creías conocer ya no es lo que era. 

Me he pasado los dos últimos años desconectada de todo y de todos, viviendo por y para el trabajo, negando sentimientos y desquitándome de lo que consideraba que debía desquitarme. Han sido tiempos desenfrenados, de abusos, de autodestrucción y de autodescubrimiento.

Esta, quizás sea la entrada más sincera, personal y desnuda que haga jamás.

No es el momento apropiado, no debes hacerlo, no sabes que va a pasar. Todas esas frases me las repito desde hace años y ya me he cansado porque nunca es el momento, porque siempre se teme el qué dirán y porque si no te arriesgas nunca va a pasar nada.

No sé cuál es tu situación. Hemos retomado el contacto hace poco aunque en verdad nunca lo perdimos del todo pues siempre aparecíamos alguno de los dos por sorpresa en la bandeja del otro. Nos hemos acompañado el uno al otro desde hace años, siempre juntos pero siempre separados. La vida nunca se ha dignado a ponernos en el mismo sitio a la vez.

Nos conocimos en extrañas circunstancias, en el peor de los momentos. Si hubiera sido antes las cosas habrían sido muy distintas, pero nuestra extraña amistad se ha forjado precisamente en esos malos momentos que ambos hemos pasado.

Fue cabezonería mía, el no creerte y el negarme a mí misma que te quería. Que te habías colado bajo mi piel, metiéndote en mi mente y en mi alma. Reconstruiste pedazo a pedazo mi corazón, sin importarte las noches que me pasé sin ser persona. Tú siempre tenías una palabra amable, un gesto dulce, un no sé qué que me hacía sonreír, incluso estallar en carcajadas, aunque no me viera con fuerzas para ello.

Puede que para los demás sólo fueras un chico duro y problemático, un liante, un rompecorazones, pero para mí fuiste mi refugio, mi casa, el único sitio donde era feliz. Sólo que no quería estropearlo con algo más. Si, fui una cobarde.

Me refugié en una relación que no me exigiera nada, sólo mi compañía cuando yo quisiera, sólo sexo sin compromiso de un “te amo”… Lo reconozco, fui egoísta y mezquina pero también fui sincera con dicha persona y lo aceptó, al menos en principio. ¿Le quería? Sí, pero más como a un amigo que como a otra cosa porque mientras estaba con él, tu seguías entrando cada noche en mi cabeza. No era justo.

Él tenía razón, siempre la tuvo, al igual que tú la tenías. Me había enamorado de ti y aun así lo seguía negando. Quizás por miedo, quizás por.. por qué se yo. Porque lo veía imposible, porque no estaba preparada para darte todo lo que tú te merecías, porque no era el momento, porque no debía hacerlo, porque no sabía que podía pasar.

Siempre me has dicho que me querías, pero existen muchas formas de querer, yo misma lo he demostrado. Estaba hecha un lio. No era aún la persona que debía ser. Tú te merecías más y no sólo tener que reconstruirme. Por eso le dejé, por eso me marché.

Me marché pero continué siendo egoísta. Necesitaba saber que me querías, que seguía siendo alguien importante para ti, que podía recurrir a ti siempre que lo necesitara. Ah! Qué inconsciente era! Fue entonces cuando me lo admití. Eras mi primer y último pensamiento del día, llevabas años siéndolo. Estaba enamorada de ti pero ya era tarde, había tomado una decisión y un camino que debía seguir, tenía que dejarte marchar. Y lo hice.

Me metí de lleno en el trabajo, día y noche, sin parar. Dejé de escribir, dejé de mirar mi e-mail. Tenías que olvidarte de mí, tenías que hacer tu vida.

En ocasiones miraba el email, a veces tenía algo tuyo. Tus “te extraño” me rompían por dentro ¿qué había hecho? Yo también te extrañaba pero no era lo suficientemente buena para ti y quizás nunca lo fuera.

Comencé a autodestruirme: alcohol, drogas, sexo… Relaciones y actos sin sentido, carentes de magia, carentes de responsabilidades, carentes de emociones pero, por desgracia, con sus consecuencias. Me revolqué en la autocompasión hasta que un día me dije basta y decidí retomar las riendas de mi vida.

Me ha costado volver a ser yo. En realidad, no es cierto, no soy yo, soy un yo distinto con mis miedos y mis debilidades, más madura en algunos aspectos, pero al menos si me miro al espejo puedo reconocer algunos rasgos de lo que fui y empiezo a apreciar lo que soy aunque es un esfuerzo titánico el que debo hacer cada día.

He vuelto a hablarte, a escribirte. Pensé que las cosas podían ser como antes, pero al igual que yo, tú también has cambiado. Me gusta el hombre en el que te has convertido.

Seguramente no leas esto, es más, no sé si quiero que lo leas. Quizás algún día sea capaz de decírtelo en persona.

¿Y mientras? Mientras la vida dirá, quizás en alguna de tantas vueltas se digne a ponernos en el mismo instante juntos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Antes de que cuente diez

Puedo escribir y no disimular
es la ventaja de irse haciendo viejo
no tengo nada para impresionar
ni por fuera ni por dentro.

La noche en vela va cruzando el mar
porque los sueños viajan con el viento
y en mi ventana sopla en el cristal
mira a ver si estoy despierto.

Me perdí en un cruce de palabras
me anotaron mal la dirección
ya grabé mi nombre en una bala
ya probé la carne de cañón
ya lo tengo todo controlado
y alguien dijo no, no, no, no, no
que ahora viene el viento de otro lado
déjame el timón
y alguien dijo no, no, no

Lo que no llegará al final
serán mis pasos, no el camino.
No ves que siempre vas detrás
cuando persigues al destino.
Siempre es la mano y no el puñal
nunca es lo que pudo haber sido
no es porque digas la verdad
es porque nunca me has mentido.

No voy a sentirme mal
si algo no me sale bien
he aprendido a derrapar
y a chocar con la pared
que la vida se nos va
como el humo de ese tren
como un beso en un portal
antes de que cuente diez.

Y no volveré a sentirme extraño
aunque no me llegue a conocer
y no volveré a quererte tanto
y no volveré a dejarte de querer
dejé de volar me hundí en el barro
y entre tanto barro me encontré
algo de calor sin tus abrazos
ahora sé que nunca volveré.

Fito y los fitipaldis

viernes, 5 de febrero de 2016

La luz se refleja en los cristales. Me ciega, pero aun así sigo girando la cara para que los rayos del sol me den de lleno. Cierro los ojos y respiro profundamente. Es una sensación agradable.

He regresado. Mi tiempo allí ha pasado como un suspiro. Algunas cosas han cambiado, otras no.

Mi mente, mis pensamientos, siguen siendo caóticos pero he aprendido a valorarlos.

La gente me sigue sorprendiendo aunque ya no me lo tomo de la misma forma. Dependiendo de quién me sorprenda me resulta agradable o indiferente, incluso a veces me hacen reír.

Sigo escribiendo para mí. Solo existen dos personas, aparte de mí, capaces de entender con claridad lo que digo en cada escrito. El resto sólo pueden interpretarlo y, seguramente, lo interpretarán mal.

Lo ocurrido estos dos años se queda en un cajón. Ahora toca una nueva etapa. Es hora de volver.

jueves, 4 de febrero de 2016

Lo intenté.
Lo intenté, e incluso, llegué a conseguirlo.
Fui rápida. Fui fuerte.
Sobreviví.
Como el ave fénix que renace de sus cenizas, me reinventé.
Salí.
Grité.
Corrí.
Volé.
Y me acerque al sol…
Fue entonces cuando me quemé, como Ícaro, y caí…
Reconocí, tras mucho tiempo, que te quería.
Te lo dije y me alivió.
Y ahora regreso, siempre regreso.
Como una oscura golondrina

En tu balcón, mi nido a colgar…