Acostumbrado a las riquezas desde el momento de su nacimiento, el guerrero manejaba su carisma y su encanto con la misma destreza con que empuñaba su espada. Valeroso y audaz, regía a todos los que le rodeaban mostrando en toda ocasión el lado más apasionado de su caracter.
Ardiente, salvaje e impaciente, vivía la vida de forma temeraria. No conocía el peligro, no reconocía límites. El mundo era su alimento y había prometido saciarse.
Con el cuerpo, el rostro, la fuerza y el carisma que los dioses le habían dado, se veía acosado por toda mujer que posase los ojos en él. Lo deseaban y soñaban con poseer al orgulloso guerrero cuyas caricias, según se aseguraba, eran lo más cercano al goce paradisiaco que una mujer podía conocer.
Sin embargo, no era un hombre cuyo corazón se domara con facilidad.
Era un hombre que vivía el momento, gozando de todos sus sentidos y satisfaciendo todos y cada uno de sus salvajes deseos. Disfrutaba del placer, ya lo diera o recibiera.
Las escasas mujeres que lograban pasar una noche de éxtasis a su lado presumían de ello ante aquellas que sólo podían soñas con acariciar su exquisito cuerpo.
Porque él era la Pasión. El Deseo. Todo lo que fuera sensual y ardiente.
Como guerrero nato, era respetado y temido por todo el que le conocía. Sin ayuda alguna y con la destreza propia de los éroes, rechazó el avance de miles de hordas de enemigos, cubriendo su nombre y sureino de gloria y riquezas.
Durante un tiempo, se dijo que sería el soberano de todo el mundo conocido.
Hasta que un brutal acto de traición lo convirtió en el Soberano de la Noche.
Ahora camina por el sombrío reino que separa la Vida del Inframundo. No es ni hombre, ni bestia; su naturaleza es completamente diferente.
Es la Soledad. La Oscuridad.
Una sombra nocturna.
Un espíritu incansable y solitario cuyo destino es salvar a los mismo que lo desprecian y lo temen. No conocerá la paz ni el descanso hasta que encuentre un corazón puro que vea más allá de su lado tenebroso y lo devuelva a la luz.
Ardiente, salvaje e impaciente, vivía la vida de forma temeraria. No conocía el peligro, no reconocía límites. El mundo era su alimento y había prometido saciarse.
Con el cuerpo, el rostro, la fuerza y el carisma que los dioses le habían dado, se veía acosado por toda mujer que posase los ojos en él. Lo deseaban y soñaban con poseer al orgulloso guerrero cuyas caricias, según se aseguraba, eran lo más cercano al goce paradisiaco que una mujer podía conocer.
Sin embargo, no era un hombre cuyo corazón se domara con facilidad.
Era un hombre que vivía el momento, gozando de todos sus sentidos y satisfaciendo todos y cada uno de sus salvajes deseos. Disfrutaba del placer, ya lo diera o recibiera.
Las escasas mujeres que lograban pasar una noche de éxtasis a su lado presumían de ello ante aquellas que sólo podían soñas con acariciar su exquisito cuerpo.
Porque él era la Pasión. El Deseo. Todo lo que fuera sensual y ardiente.
Como guerrero nato, era respetado y temido por todo el que le conocía. Sin ayuda alguna y con la destreza propia de los éroes, rechazó el avance de miles de hordas de enemigos, cubriendo su nombre y sureino de gloria y riquezas.
Durante un tiempo, se dijo que sería el soberano de todo el mundo conocido.
Hasta que un brutal acto de traición lo convirtió en el Soberano de la Noche.
Ahora camina por el sombrío reino que separa la Vida del Inframundo. No es ni hombre, ni bestia; su naturaleza es completamente diferente.
Es la Soledad. La Oscuridad.
Una sombra nocturna.
Un espíritu incansable y solitario cuyo destino es salvar a los mismo que lo desprecian y lo temen. No conocerá la paz ni el descanso hasta que encuentre un corazón puro que vea más allá de su lado tenebroso y lo devuelva a la luz.
1 habitantes han dejado su opinión:
Leer este tipo de cosas por la mañana/tarde/noche es algo que sin duda merece la pena y levanta el ánimo aunque no vaya dirigido a nadie o tal vez si. Me encantó y la verdad cada historia tuya le da mil vueltas en pocas palabras a las mías. Espero poder leer mas y mas historias de estas que tan cortamente y a la vez de forma tan intensa llenan de gloria los corazones de quienes las leen. Ese guerrero tan glorioso y después tan oscuro debería ver que a veces la oscuridad resulta no solo misteriosa sino también seductora.
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