oh oh!-musité volviendo a entreabrir los ojos y levantando ligeramente la sábana para mirar mi cuerpo. Si, definitivamente estaba desnuda y la situación no pintaba muy bien: desnuda en una cama de una habitación desconocida. Resoplé, volví a poner la sábana en su lugar y traté de hacer memoria, como había llegado allí? qué había pasado?
Noté la boca reseca y un extraño sabor en la misma lo que me hizo deducir que la noche anterior habia estado bebiendo y por mi laguna mental no había sido precisamente poco. Me incorporé lentamente en la cama hasta apoyar la espalda en el cabecero tratando de que mi cerebro no comenzara a chocar como loco contra las paredes de mi cabeza, lo que menos me apetecia ahora mismo era marearme. Miré la blanca habitación fijándome en los detalles; de la pared de enfrente colgaban posters de varios grupos musicales: Metallica, ManoWar, HIM, Barón Rojo... Bajo los cuales habia un escritorio en el que se amontonaban un flexo, bolígrafos, cuadernos, un ordenador y varios libros, algunos de texto y otros de lectura, aunque a esa distancia no podía distinguir los titulos. Un enorme armario empotrado cubria las tres cuartas partes de otra de las paredes, justo al lado de la puerta. En la pared contraria estaba la ventana, a través de la cual se filtraba la luz que me había deslumbrado en un primer momento.
Encogí las piernas y me las rodeé con los brazos apoyando la barbilla en las rodillas mientras trataba de poner mis recuerdos en orden. Recordaba haber salido la noche anterior de casa, había quedado con unos amigos y después de cenar fuimos a una discoteca. Habiamos estado bailando, bebiendo y riendo; en algun momento de la noche me quedé hablando en la barra con uno de ellos pero... hasta ahí llegaban mis recuerdos, qué había pasado después?
Con cuidado, tanteando como reaccionaba mi cuerpo, me puse de pie y me cubrí con la sábana. Descalza como estaba sentí el frío suelo bajo mis pies mientras me encaminaba al escritorio. Revisé con cuidado los libros, tratando de averiguar más cosas sobre la persona dueña de aquella habitación. Me sorprendí al descubrir que la mayor parte de aquellos libros versaban sobre poesía, eso me indicó que el dueño/a de esa habitación era un ser muy sensible. Porcuré no hacer ruido al correr hacia atrás la silla y endencer el ordenador, mientras esperaba a que el ordenador cobrara vida me acerqué al armario, quizás alli encontraria más información. al abrir las puertas vi un montón de ropa perfectamente ordenada: camisetas, vaqueros, alguna camisa... descolgué una y me la puse, abotonandola y dejando a un lado la sábana, me arremangué la camisa puesto que me quedaba bastante grande y volví al escritorio. El ordenador era bastante lento así que comencé a rebuscar en los cajones del escritorio, en el primero encontré muchisimos accesorios de papeleria, en el segundo un paquete de tabaco, un mechero y un cenicero. Bien, al menos podría fumar para mantener mi nerviosismo a raya. Lo saqué y encendí uno, pasandome la mano libre por el pelo tratando de peinarmelo un poco.
Comencé a rebuscar por los archivos del ordenador, pero no encontré información sobre su dueño aunque si muchas cosas mias: escritos, conversaciones de msn con diversas personas, fotografias... Deberia sentirme nerviosa y sin embargo en vez de eso, sentí como mi curiosidad aumentaba. Fumé tranquilamente haciendome una composición de lugar. Tenia claro que estaba en la habitación de alguien que por alguna razón estaba obsesionado conmigo, era como para ponerle los pelos de punta a cualquiera y sin embargo alli estaba tan tranquila. A todo esto, que hora era?
Asentí mientras me giraba lentamente alzando el rostro para mirarle. Me fijé en su gran sonrisa, deslumbrante y divertida, en los hoyuelos que se formaban en sus mejillas al sonreir, en sus pómulos anchos que conferian a su rostro un aspecto de adulto. Su nariz recta, perfecta, estaba a escasos centímetros de la mia, y cuando miré sus ojos... dios! esos ojos me absorvieron por completo. Azules como el mar, reflejaban una emoción tan intensa que me dejó sin aliento. Entonces lo comprendí todo y una cálida sonrisa se dibujó en mi rostro. Alcé las manos y acaricié sus mejillas enterrando mis dedos en su cabello negro.
Buenos días mi amor-susurré acercando mis labios a los suyos mientras se echaba a reir. Al fin habíamos cruzado aquella estrecha línea que nos había mantenido separados tanto tiempo.
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