Ibamos de la mano, caminando lentamente bajo la suave luz del atardecer. Nuestras pisadas quedaban ahogadas en la ardiente arena de la playa mientras las olas lamian nuestros pies cada vez que venian a morir a la orilla. La suave brisa alzaba muestra ropa, ondeandola de un lado a otro mientras andabamos. Sentí algunas miradas clavadas en nuestras espaldas pero nos daba lo mismo, era como si alli no existiera nadie mas.
Tras unos cuantos pasos decidimos sentarnos en la arena a contemplar la hermosa puesta de sol, por le rabillo del ojo atisbé su rostro serio. Era extraño pero casi nunca sonreia aunque a mi me encantaba que lo hiciera,a veces su cara reflejaba una expresion huraña pero tras varios meses me habia percatado de que eso era solo una fachada. Si miraba sus ojos podia darme cuenta de cual era su estado animico real, sabia cuando estaba feliz y cuando triste. En ese momento su rostro reflejaba paz, tenia los ojos semicerrados mientras miraba al horizonte, las aletas de su nariz se dilataban con cada nueva inspiración, los labios ligeramente entreabiertos, debia admitir que me resultaba imposible apartar la mirada. Su cabello, que llevaba largo, le caia sobre los hombros. Su presencia me resultaba hipnótica.
Ladeó la cabeza y me mirño, una ligera sonrisa curvada frunció sus labios, aquellos por cuales suspiraba a cada momento. Sentí que la cabeza comenzaba a darme vueltas mientras me miraba. Ezbocé como pude una sonrisa, me sentí algo tonta al hacerlo mas que nada porque pensaba que tenia una pinta estudia ahi a su lado. Era como intentar juntar en un mismo ramo, rosas con cardos borriqueros.
Se inclinó hacia mi y sin mediar palabra posó sus labios sobre los mios. Me embargó una oleada de calor mientras le devolvia el beso con entusiasmo. Al instante oimo un jadeo brusco a nuestra espalda, nos volvimos a mirar y vimos a una mujer mirandonos con cara de horror mientras se llevaba a sus hijos tapandoles los ojos para que no nos miraran. Nos miramos a los ojos y nos echamos a reir, realmente parecia imposible que aun en el siglo XXI hubiera gente que no aceptara que dos mujeres podian amarse. Pero nosotras eramos dos mujeres que nos amabamos mas de lo que ningun ser humano seria capaz de imaginar y lo que pensara el resto del mundo nos daba igual. La tomé de la mano y besé sus dedos con suavidad.
Te amo bebe-susurré mientras nos acurrucabamos juntas a ver morir al sol, sin importarnos que pudieran pensar de nosotras.
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