Y en la oscura estancia, un extraño olor se alzaba lentamente hasta embargar los sentidos, una mezcla de oxido, sal, terror y dolor, o lo que equivalia... sangre, lagrimas, sudor frío, sollozos y gritos. Esos olores impregnaban hasta el ultimo rincon de la sala.
Y en mitad de la misma, una figura tendida boca abajo sobre un divan, una imprecisa forma de mujer con las ropas ragadas de cintura para arriba, con la espalda cubierta de lo que a primera vista parecian arañazos sin ton ni son pero que si se miraban con más atencion se podían apreciar bellos dibujos, hermosos a su manera. La mujer yacia inconsciente, sin fuerzas tras las interminables horas de deliciosa tortura a las que habia sido sometida. Una silueta sin forma definida estaba sentada a escasos centimetros de ella, escuchando su respiracion irregular, absorbiendo el delicado aroma que manaba de su cuerpo...
Se inclinó sobre ella y con la punta de la lengua recogió las gotas de sangre que corrian por sus costados. La mujer apenas hizo un movimiento casi imperceptible, un gemido se escapó de sus labios inconscientes. Fue entonces cuando la silueta sonrió y se inclinó sobre la mujer recreandose en las heridas infligidas mientas la cubria con un suave manto acrata, invitandola a dormir en un mar de pesadillas.
Y en mitad de la misma, una figura tendida boca abajo sobre un divan, una imprecisa forma de mujer con las ropas ragadas de cintura para arriba, con la espalda cubierta de lo que a primera vista parecian arañazos sin ton ni son pero que si se miraban con más atencion se podían apreciar bellos dibujos, hermosos a su manera. La mujer yacia inconsciente, sin fuerzas tras las interminables horas de deliciosa tortura a las que habia sido sometida. Una silueta sin forma definida estaba sentada a escasos centimetros de ella, escuchando su respiracion irregular, absorbiendo el delicado aroma que manaba de su cuerpo...
Se inclinó sobre ella y con la punta de la lengua recogió las gotas de sangre que corrian por sus costados. La mujer apenas hizo un movimiento casi imperceptible, un gemido se escapó de sus labios inconscientes. Fue entonces cuando la silueta sonrió y se inclinó sobre la mujer recreandose en las heridas infligidas mientas la cubria con un suave manto acrata, invitandola a dormir en un mar de pesadillas.
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