martes, 30 de noviembre de 2010

Relatos cortos volumen 5: Un amor sin precedentes.

Ibamos de la mano, caminando lentamente bajo la suave luz del atardecer. Nuestras pisadas quedaban ahogadas en la ardiente arena de la playa mientras las olas lamian nuestros pies cada vez que venian a morir a la orilla. La suave brisa alzaba muestra ropa, ondeandola de un lado a otro mientras andabamos. Sentí algunas miradas clavadas en nuestras espaldas pero nos daba lo mismo, era como si alli no existiera nadie mas.

Tras unos cuantos pasos decidimos sentarnos en la arena a contemplar la hermosa puesta de sol, por le rabillo del ojo atisbé su rostro serio. Era extraño pero casi nunca sonreia aunque a mi me encantaba que lo hiciera,a veces su cara reflejaba una expresion huraña pero tras varios meses me habia percatado de que eso era solo una fachada. Si miraba sus ojos podia darme cuenta de cual era su estado animico real, sabia cuando estaba feliz y cuando triste. En ese momento su rostro reflejaba paz, tenia los ojos semicerrados mientras miraba al horizonte, las aletas de su nariz se dilataban con cada nueva inspiración, los labios ligeramente entreabiertos, debia admitir que me resultaba imposible apartar la mirada. Su cabello, que llevaba largo, le caia sobre los hombros. Su presencia me resultaba hipnótica.

Ladeó la cabeza y me mirño, una ligera sonrisa curvada frunció sus labios, aquellos por cuales suspiraba a cada momento. Sentí que la cabeza comenzaba a darme vueltas mientras me miraba. Ezbocé como pude una sonrisa, me sentí algo tonta al hacerlo mas que nada porque pensaba que tenia una pinta estudia ahi a su lado. Era como intentar juntar en un mismo ramo, rosas con cardos borriqueros.

Se inclinó hacia mi y sin mediar palabra posó sus labios sobre los mios. Me embargó una oleada de calor mientras le devolvia el beso con entusiasmo. Al instante oimo un jadeo brusco a nuestra espalda, nos volvimos a mirar y vimos a una mujer mirandonos con cara de horror mientras se llevaba a sus hijos tapandoles los ojos para que no nos miraran. Nos miramos a los ojos y nos echamos a reir, realmente parecia imposible que aun en el siglo XXI hubiera gente que no aceptara que dos mujeres podian amarse. Pero nosotras eramos dos mujeres que nos amabamos mas de lo que ningun ser humano seria capaz de imaginar y lo que pensara el resto del mundo nos daba igual. La tomé de la mano y besé sus dedos con suavidad.

Te amo bebe-susurré mientras nos acurrucabamos juntas a ver morir al sol, sin importarnos que pudieran pensar de nosotras.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Relatos cortos volumen 4: El inicio.

Abri los ojos despacio tratando de situarme, donde estaba? Me encontrba cómoda pero el sitio no me resultaba familiar. Ladeé la cabeza y la luz que se filtraba por entre las tablillas de la persiana me hirió los ojos dejandome ciega por un instante. Los volví a cerrar y traté de situarme. Me hallaba en una habitación blanca, desconocida, por lo comoda que estaba llegué a la conclusión de que me encontraba en una cama. Extendí las manos y noté el colchón y una fina sábana que cubria mi cuerpo. Mi cuerpo! Me pasé las manos por el abdomen y lo encontré...desnudo.

oh oh!-musité volviendo a entreabrir los ojos y levantando ligeramente la sábana para mirar mi cuerpo. Si, definitivamente estaba desnuda y la situación no pintaba muy bien: desnuda en una cama de una habitación desconocida. Resoplé, volví a poner la sábana en su lugar y traté de hacer memoria, como había llegado allí? qué había pasado?

Noté la boca reseca y un extraño sabor en la misma lo que me hizo deducir que la noche anterior habia estado bebiendo y por mi laguna mental no había sido precisamente poco. Me incorporé lentamente en la cama hasta apoyar la espalda en el cabecero tratando de que mi cerebro no comenzara a chocar como loco contra las paredes de mi cabeza, lo que menos me apetecia ahora mismo era marearme. Miré la blanca habitación fijándome en los detalles; de la pared de enfrente colgaban posters de varios grupos musicales: Metallica, ManoWar, HIM, Barón Rojo... Bajo los cuales habia un escritorio en el que se amontonaban un flexo, bolígrafos, cuadernos, un ordenador y varios libros, algunos de texto y otros de lectura, aunque a esa distancia no podía distinguir los titulos. Un enorme armario empotrado cubria las tres cuartas partes de otra de las paredes, justo al lado de la puerta. En la pared contraria estaba la ventana, a través de la cual se filtraba la luz que me había deslumbrado en un primer momento.

Encogí las piernas y me las rodeé con los brazos apoyando la barbilla en las rodillas mientras trataba de poner mis recuerdos en orden. Recordaba haber salido la noche anterior de casa, había quedado con unos amigos y después de cenar fuimos a una discoteca. Habiamos estado bailando, bebiendo y riendo; en algun momento de la noche me quedé hablando en la barra con uno de ellos pero... hasta ahí llegaban mis recuerdos, qué había pasado después?

Con cuidado, tanteando como reaccionaba mi cuerpo, me puse de pie y me cubrí con la sábana. Descalza como estaba sentí el frío suelo bajo mis pies mientras me encaminaba al escritorio. Revisé con cuidado los libros, tratando de averiguar más cosas sobre la persona dueña de aquella habitación. Me sorprendí al descubrir que la mayor parte de aquellos libros versaban sobre poesía, eso me indicó que el dueño/a de esa habitación era un ser muy sensible. Porcuré no hacer ruido al correr hacia atrás la silla y endencer el ordenador, mientras esperaba a que el ordenador cobrara vida me acerqué al armario, quizás alli encontraria más información. al abrir las puertas vi un montón de ropa perfectamente ordenada: camisetas, vaqueros, alguna camisa... descolgué una y me la puse, abotonandola y dejando a un lado la sábana, me arremangué la camisa puesto que me quedaba bastante grande y volví al escritorio. El ordenador era bastante lento así que comencé a rebuscar en los cajones del escritorio, en el primero encontré muchisimos accesorios de papeleria, en el segundo un paquete de tabaco, un mechero y un cenicero. Bien, al menos podría fumar para mantener mi nerviosismo a raya. Lo saqué y encendí  uno, pasandome la mano libre por el pelo tratando de peinarmelo un poco.

Comencé a rebuscar por los archivos del ordenador, pero no encontré información sobre su dueño aunque si muchas cosas mias: escritos, conversaciones de msn con diversas personas, fotografias... Deberia sentirme nerviosa y sin embargo en vez de eso, sentí como mi curiosidad aumentaba. Fumé tranquilamente haciendome una composición de lugar. Tenia claro que estaba en la habitación de alguien que por alguna razón estaba obsesionado conmigo, era como para ponerle los pelos de punta a cualquiera y sin embargo alli estaba tan tranquila. A todo esto, que hora era?

Buenas tardes princesa-susurró una voz a mi espalda. Unas manos grandes y poderosas se posaron en mis hombros a la par que unos labios besaron mi cabello-Has dormido bien?

Asentí mientras me giraba lentamente alzando el rostro para mirarle. Me fijé en su gran sonrisa, deslumbrante y divertida, en los hoyuelos que se formaban en sus mejillas al sonreir, en sus pómulos anchos que conferian a su rostro un aspecto de adulto. Su nariz recta, perfecta, estaba a escasos centímetros de la mia, y cuando miré sus ojos... dios! esos ojos me absorvieron por completo. Azules como el mar, reflejaban una emoción tan intensa que me dejó sin aliento. Entonces lo comprendí todo y una cálida sonrisa se dibujó en mi rostro. Alcé las manos y acaricié sus mejillas enterrando mis dedos en su cabello negro.

Buenos días mi amor-susurré acercando mis labios a los suyos mientras se echaba a reir. Al fin habíamos cruzado aquella estrecha línea que nos había mantenido separados tanto tiempo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Relatos cortos volumen 3: El tigre y yo

El tigre avanzaba lentamente en la oscuridad, podía oirle aunque no verle, escondida tras unas rocas en el fondo de la cueva. Me encogí un poco más sobre mi misma e incluso creo que dejé de respirar cuando sentí su cálido aliento rozando el cabello de mi nuca. Sabia que no serviría de nada, el tigre era un feroz depredador y su olfato le indicaba con exactitud donde estaba situada, pero igualmente cerré los ojos *si no le veo no podrá saber que estoy aqui*. Si, era un pensamiento estúpido pero tenia tanto miedo que no podia ni reaccionar.

No tengas miedo-ese susurro cortó el aire hasta llegar a mis oidos, supuse que era mi imaginación que desbordada por el terror oia cosas que no eran realidad.-Abre los ojos.

Temerosa hice caso aunque todos mis instintos me decian que no debia hacerlo. Cuando los abri vi a un enorme tigre sentado frente a mi mirandome fijamente. Me eché a temblar esperando a que se abalanzara encima de mi y me matara pero el tigre siguió sentado sin apartar la vista de mi.

Sabes quien soy?-la voz del tigre me sorprendió, era profunda y extrañamente sensual. Negué con la cabeza mirandole a los ojos, cuyo color ambarino me tenian hechizada.

Soy el dueño de tus peores miedos, yo represento todo aquello que temes
-me encogí de miedo cuando le escuché-pero debes aprender a vencer tus miedos.

Qui...eres de...cir que ...que debo... luchar... contigo?
-le pregunté confusa, con voz temblorosa.

Soy yo tu peor temor?
-me preguntó con voz tranquila sin apartar sus ojos de mi. Sentí un escalofrío recorrerme la columna vertebral y pensé en su pregunta para terminar asintiendo con la cabeza.-Estás segura?-volvió a preguntarme.

Su insistencia hizo que me replanteara la pregunta con más ahínco para finalmente negar con la cabeza.

Cual es tu mayor temor?-me preguntó de nuevo completamente serio.

La soledad
-contesté con un hilo de voz. Me pareció atisbar una sonrisa en los felinos labios del tigre pero no estaba segura.

Entonces que haces aqui escondida?
-el tigre recorrió con la mirada la cueva en la cual me había encontrado.

Te oí llegar-respuse sin apartar la mirada de los afilados colmillos que asomaban por sus labios.

No mientas!-el rugido del tigre me hizo dar un respingo y mis ojos se abnegaron de lagrimas-Ya estabas aqui antes de que yo viniera. Te escondes de todos, incluso de ti misma, tienes tanto miedo a enseñar quien eres en realidad que te refugias en lo que más temes y justificas tu presencia en este lugar con absurdas mentiras.

Le miré sin decir nada, enjuagandome las lágrimas con los dedos, dejando marcas de tierra en mi rostro, sabía que tenia razón pero me negaba a admitirlo.

Sal de tu propio agujero, abrete al mundo y el mundo te recibirá con los brazos abiertos-una vez dijo esto el tigre dió media vuelta, dejándome sola en mitad de la oscuridad.

Me levanté despacio y miré a mi alrededor, era cierto, estaba sola. Cerré los ojos y deseé estar rodeada de gente. Cuando volví a abrirlos me encontré en mi cama, todo habia sido un sueño... o tal vez no?

jueves, 4 de noviembre de 2010

Relatos cortos volumen 2: Algo inesperado

Yacia tumbada de costado sobre una fina manta que cubría el húmedo cesped primaveral, los ultimos rayos de sol se filtraban bajo mis párpados entreabiertos mientras le observaba tumbado bocarriba a mi lado. Nos habiamos pasado toda la tarde riéndonos a carcajadas, haciendo chistes y contandonos historias como era normal entre nosotros, ahora estabamos relajandonos un poco antes de recoger las cosas para irnos cada uno a nuestra casa. Debió sentirse observado puesto que en un momento dado giró la cabeza y abrió los ojos mirándome con ese brillo burlón que le caracterizaba, alzó una mano y con el dedo índice me dió un ligero golpecito en la punta de la nariz.

Que pasa enana? no puedes quitarme los ojos de encima o que?-preguntó con ese tono vacilón suyo mientras sonreía de oreja a oreja.

Oh dios! Me has pillado!-exclamé burlona incorporándome un poquito y mordiendole la mejilla-Es que estás más bueno que un donut de chocolate, no te fastidia-reí tomándole el pelo.

Si, si claaaaro-contestó girandose y comenzando a hacerme cosquillas por lo que empecé a retorcerme mientras me reía a carcajadas-Si ya sé que estás loquita por mis huesos-dijo mientras se reía conmigo.

Igual que tu por los mios-contesté mordaz entre risas sabiendo que todo era una broma.

Era mi mejor amigo, la persona con la que podia tirarme horas sin hacer nada más que reirnos de todo y de nada, con el que podia ser solo yo sin preocuparme de si lo que decia tenia o no sentido porque dijeramos lo que dijeramos acababamos partiendonos de risa. De pronto y sin venir a cuento se inclinó hacia mi y posó sus labios sobre los mios, me quedé muda, dejé de reirme al instante y le miré con cara de sorpresa. Él me miró y sin perder la sonrisa me mordió la punta de la nariz.

Qué pasa? Te ha comido la lengua un gato?-preguntó como si no acabara de pasar nada, tan vacilón como siempre.

Acabas... acabas de besarme?-pregunté sintiendome al instante estúpida por lo que le habia preguntado. Pues claro que me había besado, menuda pregunta más tonta le habia hecho.

No, si te parece te ha pasado un tractor por encima-dijó rodando los ojos.

Sentí que me ruborizaba y me incorporé hasta quedar sentada de espaldas a él. Cerré los ojos e inspiré profundamente sintiendo como rodeaba mi cintura con sus brazos y me hacía recostarme contra su pecho.

Estas bien?-me preguntó y noté en su voz una nota de preocupación al ver que no había dicho nada.

Asentí con la cabeza sin abrir los ojos, me daba vueltas la cabeza mientras mil preguntas se pasaban por mi mente.

Por que lo has hecho?-le pregunte entreabriendo los ojos y ladeando la cabeza para poder mirarle de soslayo.

Pues porque me gustas-contestó con una simplicidad que me desarmó.

Yo? Cuando? Como? Por que?-no podia pensar con claridad y las preguntas se formaban en mis labios como un torrente de agua.

Él se echó a reir y depositó un beso en mi cuello que me hizo estremecer.

No le des vueltas vale? simplemente me gustas y punto, no hay mayor explicación-me miró y volvió a reirse al ver mi expresión-A ver tontita, me caes genial, me lo paso muy bien contigo, eres mi mejor amiga y tienes un cuerpo de cine, a quien no le gustarias?-preguntó entornando los ojos, mirandome de tal forma que no sabía ni me estaba vacilando o me lo decia de verdad.

Pues a muchos tios-repuse mirandole.

Bueno pues a mi si me gustas-dijo dándome un beso en la mejilla y levantandose-Bueno que?, nos vamos o piensas quedarte ahí hasta que te congeles?-preguntó sonriente dando por zanjado el asunto.

No me habia dado cuenta de que habia empezado a temblar de frío hasta que el dijo lo de la congelación. Me levanté de un salto y me puse a recoger las cosas procurando dejar de darle vueltas al asunto. Una vez recogido todo nos pusimos en marcha de vuelta cada uno a su casa, él me pasó el brazo por encima de los hombros de forma totalmente natural mientras caminabamos y llegué a la conclusión de que lo mejor era dejar el asunto y no darle mayor importancia, por lo que pasándole el brazo entorno a la cintura, nos sumergimos en la oscuridad de esa noche de primavera.

Relatos cortos volumen 1: Son cosas de la vida

Se acabó-dijo él mirándome. En sus ojos se podía leer el alivio que sentía al pronunciar esas dos palabras…

Se acabó. Le miré, aun incrédula. Mi mente no procesaba esas palabras, mis oídos se resistían a escuchar las palabras que salían de su boca, de sus labios, de esos dos músculos que me habían hecho perder la cordura que me quedaba. Me llevé las manos al vientre, como si allí estuviera mi corazón…quizás si estuviera allí.

¿Por que?-me atreví a preguntar mientras sentía como mis ojos se llenaban de lagrimas. Las ultimas semanas no habían sido las mejores, lo reconocía, habíamos tenido muchas discusiones cada una peor que la anterior, cada una por un motivo distinto pero todos ellos absurdos.

Ya no te quiero-murmuró pasándose una mano por su cabello, siempre tan bien arreglado, peinándoselo hacia atrás.

¿Ya…no…me…amas?-las palabras se escaparon de mis labios antes de poder pensar. Me llevé las manos a mi boca, tapándola, deseando no haber preguntado. Mi labio inferior temblaba sin poder remediarlo. Él negó y se dio la vuelta para irse dando por zanjada no solo la conversación sino también nuestra vida en común.

Quise retenerle, moverme, poner mis manos en sus hombros, hacerle parar. Quería que se girase y volviera a mirarme, más me vi incapaz de hacerlo, sabia que él ya había tomado una decisión y que nadie le haría cambiarla. Me apoyé en la pared y deslicé mi espalda por ella dejándome caer al suelo donde, con manos temblorosas me abracé a mi misma intentando darme el calor que él me estaba negando.



No sé cuanto tiempo estuve así, sólo recuerdo que horas más tarde alguien me recogió del suelo y me llevó a casa, a aquella casa que había compartido con él, y me metieron en la cama, allí donde durante horas… días… semanas… meses… años… habíamos manifestado nuestro amor. Me sentía incapaz de moverme, de hablar e incluso de respirar pero lo estaba haciendo, no por él ni por mi, sino por lo que nuestro amor había creado en mi interior. Con manos lentas me acaricié el vientre mientras las lágrimas surcaban mi rostro.

Los meses fueron pasando despacio mientras yo intentaba sobrevivir día a día. El verano dio paso al otoño y éste al invierno. Cada día me costaba más tenerme en pie, mi vientre se había hinchado consiguiendo unas dimensiones desproporcionadas, ya nada quedaba de mi figura, me sentía como un enorme globo aerostático. Mi rostro, por lo general fino y de rasgos suaves, era una sombra de lo que había sido. Consumido en mi interior, mis labios se mostraban amoratados, bajo mis párpados mis ojos ya no brillaban y estaban enmarcados por dos profundas señales negras que me conferían una apariencia triste, las mejillas hundidas y sin color….mirarme al espejo era algo que ya no podía hacer, verme a mi misma en ese estado me hacia desear la muerte pero me veía incapaz de ello, no por mi, puesto que mi vida había dejado de tener sentido cuando él me dijo que ya no me amaba, sino por aquello que crecía y se movía en mi interior. Podía sentirle como me golpeaba el estómago, los riñones y el hígado. Alguna vez incluso podía ver como su manita o su pie se dibujaba en la tirante piel de mi tripa. Eso era lo que me mantenía viva, sólo eso. Ni siquiera sabia si era niño o niña, en verdad tampoco me importaba.

Una fría noche de invierno, un dolor agudo como de miles de espadas que se clavaran en mi cuerpo me atravesó. Chillé y jadeé doblada en dos y cerrando fuerte los ojos deseando que dicho dolor se acabara, cuando se pasó abrí lentamente los ojos, la oscuridad era total. Con manos temblorosas encendí la lamparita situada en mi mesilla de noche e instintivamente busqué su cuerpo con los ojos, mirando su lado de la cama ahora frío y vacío puesto que hacia meses que no dormía allí. Me limpié la fina capa de sudor que cubría mi frente con el dorso de mi mano mientras me concentraba en respirar tal y como me habían enseñado. Llamé y tras casi una hora de dolores, gritos y jadeos la ambulancia llegó a mi casa.

En el hospital todo era caos, el trayecto había sido corto puesto que no habían tardado mas de quince minutos pero a mi se me habían hecho eternos. Lo primero que me preguntaron los paramédicos fue que donde estaba el padre…no supe qué responder. ¿Qué podía decirles? ¿Que me había dejado? ¿Que me había abandonado? ¿Que ya no me quería, ni a mi ni al fruto de lo que había sido nuestro amor? Las lágrimas se agolpaban tras mis párpados mientras, en la sala de partos, la matrona me insistía en que empujara y el médico, de pie entre mis piernas abiertas, me rasgaba las entrañas. El dolor era insoportable y yo solo quería morir cuando de pronto le oí. Una nalgada, un grito y un llanto llenaron de vida la habitación.

Felicidades-me dijo el médico mientras le pasaba un bulto a la enfermera que se situaba a su derecha-a tenido usted una niña preciosa-él sonrió y yo aun con la cara desencajada le miré atónita. La enfermera s acercó a mi con mi hija entre los brazos y me la puso sobre el pecho-¿Cómo la va a llamar?-me preguntó. Miré a mi hija, era como una pasita arrugadita, su boquita chiquitita estaba aun entreabierta en una “O” perfecta. Deslicé mi dedo índice por sus ralos cabellos y ella abrió los ojos lentamente fijando en mí su mirada aun ciega, un rayo de esperanza cruzó mi alma.

Alegría…-murmuré mirándola con todo mi amor.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Desvarios varios

Aqui sigo, saliendo adelante de cualquier forma y manera, porque me he dado cuenta de que lo importante no es lo que suceda en un momento puntual, todo pasa por una razón, sino llegar a la meta, eso es lo realmente importante. Miro a mi alrededor y veo que poco a poco las cosas van tomando su cauce natural, se que algunos estan enfadados, otros alegres, unos viven la vida y otros la ven pasar y me pregunto... los que la dejan pasar, a qué esperan?

Aunque vivas cien años la vida es corta, ahora tenemos muchas oportunidades, no debemos desperdiciarlas, porque todos tenemos una hora H y un dia D, no sabemos cuando será pero a todos nos llega el final, por lo que debemos vivir la vida con alegria, dejar a un lado malos rollos y asperezas y simplemente disfrutar de lo que nos toca, aunque no todo sea bueno.

Aunque hace tiempo que me desvinculé, ayer una parte de mi se alegró de que todo saliera bien, en verdad no deseo nada malo, solo espero que haya aprendido auqnue quien sabe quizás eso tambie suceda por otra razón.